Hola!!!
Estuve con un brote importante que me dejó exhausta. No obstante, ayer retomé mi pasión: la danza. Aún con ciertos malestares, PUDE BAILAR.
Quiero transmitir mi experiencia acerca de cómo vivo esta profunda conexión artística-espiritual.
Volver a la danza fue, en muchos sentidos, como volver a
encontrarme con una parte de mí que había dejado en pausa, que esperaba
pacientemente en un rincón de mi ser. No es solo una actividad física, ni una
habilidad técnica; es un refugio, un espacio de expresión que me permite, a
través de cada movimiento, sanar mi alma y reencontrarme conmigo misma.
Yo soñaba con ser bailarina clásica profesional hasta la edad normal para esta actividad. Lamentablemente, mi sueño se interrumpió abruptamente a los veinticuatro años, cuando mis dolores se intensificaron de tal manera, que ya no podía no solo bailar, sino tampoco llevar una vida normal, quedando totalmente invalidada.
Los Altibajos de Volver a Empezar
Mi regreso a la danza no fue sencillo. La salud y el
cuerpo a veces ponen límites que parecen insuperables, y el proceso de
reaprender a bailar con cuidado y sin apuro me está enseñando una nueva dimensión
de paciencia. Cada paso requiere escucharme con atención, adaptarme a los
cambios de mi cuerpo y, sobre todo, respetar mis propios ritmos. Aceptar los
días en los que una clase fluye como si nada y aquellos en los que un simple
movimiento se siente como algo infranqueable está siendo parte fundamental de este
proceso.
También existen momentos de incertidumbre, incluso de
miedo. Durante mucho tiempo, me cuestioné si alguna vez volvería a sentir esa
libertad, esa energía que la danza siempre me había brindado. Aprender a estar en
paz con los avances y retrocesos es un ejercicio de humildad y
resiliencia. No hay pasos “perfectos” en este viaje; cada movimiento, por pequeño
que sea, es un logro. Aceptar que estoy limitada es muy duro. Porque, como mencioné, a veces, esta limitación ni siquiera se siente. Y, me ilusiono. Y, cuando la vuelvo a sentir, mi decepción se hace intolerable. Pero, cada día, estoy ganando confianza. Y, SUELTO...
La Danza Como Camino de Sanación
La danza es un lenguaje universal, pero en mi caso es
también una herramienta profunda de sanación. Al conectar con los ritmos y los
estilos que voy explorando –algunos completamente nuevos para mí, como las
danzas de Asia Central, Persia, Sufí, y otros que resuenan con mis raíces– estoy encontrando un
modo de liberar emociones y energías que se habían acumulado durante años.
Cuando bailo, siento que mi cuerpo se convierte en un canal de expresión y de
liberación; cada paso, cada giro, me ayudan a reconciliarme con las experiencias
del pasado y a crear un espacio seguro en el que mi alma puede respirar y
expandirse.
Aceptando el Proceso de Aprendizaje
Aunque ya soy bailarina, porque siempre me sentí así, volver a la danza en este momento
de mi vida es, de alguna manera, volver a ser principiante. Tuve que
permitirme soltar el control y aceptar que no todos los días van a ser iguales.
Este proceso me recuerda que, en la danza como en la vida, el verdadero
aprendizaje no es una línea recta. Es un camino con curvas, con pausas
necesarias y con momentos en los que el corazón y el cuerpo piden descansar; algo que me cuesta muchísimo, debido a mi innata hiperactividad.
Cada vez que enfrento un nuevo paso o una rutina
desconocida, trato de enfocarme en lo que me enseña, en cómo me invita a
adaptarme y a redescubrir nuevas formas de expresarme. Este aprendizaje
continuo también me ayuda a dejar de compararme y a apreciar lo que puedo
aportar de forma única. Claro que observo el triunfo de "quienes no se enfermaron". No es, precisamente, envidia lo que siento. Es un dolor muy profundo en mi corazón y en mi alma "por lo que pudo haber sido". Pero, como digo soy ÚNICA.
Volver a la Escena, pero Con un Corazón Renovado
La idea de volver a bailar en público me llena de emoción y,
sí, de un poco de nervios. Pero ahora veo el escenario desde una perspectiva
distinta: ya no como un lugar de perfección, sino como un espacio de
autenticidad. Más que demostrar técnica, quiero compartir lo que siento,
transmitir el poder sanador de la danza y cómo me está permitiendo transformarme en
medio de mis propios desafíos.
Conclusión: Bailar Para el Alma
Hoy, reconectar con la danza es mucho más que recuperar una
habilidad. Es, en muchos sentidos, reconectar con una versión de mí misma que
estaba esperando para sanar, para ser libre. Y aunque todavía tengo un largo
camino por recorrer, cada paso es una reafirmación de mi deseo de seguir
adelante, de seguir explorando y de permitir que la danza sea ese puente que
une mi mente, mi cuerpo y mi alma.
Espero sus comentarios y les deseo máxima salud y bendiciones...
Abrazos
Mi Sueño