Hola!!!
Me costó mucho retomar esta etiqueta porque lo que viene a continuación no es agradable.
Como dije en la Parte 15, estuve en remisión/milagro por un año. El día que comenzaban las clases del profesorado, mi 2do año de cursada, me dirigí hacia el edificio educativo muy feliz. Me reencontré con mis compañeros en un clima de mucha alegría.
La primera clase del día la tuve con un profesor al que todos "temían" por su exigencia, por decirlo de algún modo. Sin embargo, su clase empezó muy interesante. Y, de a poco, empecé a sentir malestar en la zona cervical y me angustié. Pero, me dije: "Seguro va a ser una recaída pasajera", para tranquilizarme.
No lo fue. Todo fue de mal en peor. Se repetía el dolor que me había agobiado por tantos años. Algunas teorías fueron que, al dejar de ser el profesorado un pasatiempo y empezar a pensar en mi carrera como una nueva actividad laboral, esto me generó estrés. O, que ese profesor me había atemorizado. Yo no sentía nada de esto.
Viajaba en transporte público, y, literalmente, sentía que el cuello se me caía, que no podía sostenerlo. Otra vez comenzó la travesía de recorrer médicos. Seguía estudiando, pero no lo podía sostener. Sí cognitivamente, pero el dolor hacía que el viaje y estar medio día fuera de casa se convirtieran en algo sobrehumano. Decidí no asistir más al profesorado. Cursaba siete materias. En seis de ellas, tenía la nota máxima en Argentina: 10 (diez); en la restante, tenía 9 (nueve). Siempre había sido excelente estudiante y me golpeaban una nueva frustración y un fuerte sentimiento de fracaso.
Intentaba salir a caminar. Huguito me dijo que averiguara algo en el Hospital "Dr. Teodoro Álvarez". Hice esa averiguación y vi cartelitos que anunciaban talleres grupales. Decidí inscribirme en el de "Autoestima", los días lunes, y, en el de "Yo y mis miedos", los días miércoles. Eran totalmente gratuitos. No sentía ningún problema con mi autoestima ni ningún miedo en particular, pero integrarme a esos espacios me dio un sentido de pertenencia. Aún con dolor, hacía una caminata de doce cuadras de ida y de vuelta y participaba con la poca energía que tenía. Así y todo, establecí buenos vínculos, con los coordinadores y con mis compañeros.
Una de las coordinadoras de "Yo y mis miedos", al compartirle mi problema de salud, me derivó a una consulta con la médica que organizaba todos estos talleres. La Dra. Alegre Romano. Iba a verla cada miércoles al mediodía. Era una persona simpática y accesible, pero parecía no entenderme. Me medicó con stelazine, un antipsicótico típico, que, por supuesto, no me hizo absolutamente nada. Pero, en aquella época, todavía no cuestionaba tanto estos procedimientos.
Recuerdo que una vez me propuso dar clases de Expresión Corporal a pacientes con sida que se recuperaban en una institución (estábamos en 1997). Que, su compañera, la Dra. Bruzzino, me iba a llevar y traer en auto, que ese no era el problema. Yo me sentí una vez más incomprendida e invalidada. SI HUBIERA TENIDO SALUD, LO HABRÍA HECHO DE MANERA MONETIZADA, Y, TAMBIÉN HUBIERA TENIDO LA OPORTUNIDAD DE HACER UNA OBRA BENÉFICA. PERO YO NO PODÍA HACER NADA. ME SENTÍA MUY MAL Y ASISTIR A ESA CONSULTA Y A LOS DOS TALLERES SEMANALES YA ERA UN COMPROMISO DIFICILÍSIMO DE SOSTENER.
Así fue pasando ese año y llegó el verano. En enero de 1998 sucedió algo inesperado totalmente. Lo compartiré en la próxima entrada.
Sé que esta entrada no tiene un estilo muy pulido y tal vez no he sido lo bastante explícita. Pero, remueve emociones muy dolorosas y prefiero no poner demasiado énfasis, por mis propios bienestar y autocuidado en este momento.
Gracias por leer. Anímense a dejar comentarios. Si les quedan dudas, hagan preguntas: responderé sin problemas, pero de a poco.
Saludos cordiales
Taller de Autoestima (Año 1997)
Relato verdadero, todos los dias la esperanza de ver esa salida de alivio y comprensión es esetiempo no apareció,irritacion agresividad y desesperacion. Triste pero cierto
ResponderEliminarTenes que ser ave fenix volar si prisa y pausado
ResponderEliminarQuerido Anónimo: El Ave Fénix es una hermosa metáfora. Como decís, muy, muy pausado todo. Gracias por leer y comentar. Cariños.
EliminarQuerido Anónimo: Así fue. La irritabilidad surge por la desesperanza. Es muy triste todo lo que pasó. Pero, la esperanza volvió y vinieron tiempos mejores. Ahora, sucederá lo mismo. Gracias por leer y comentar. Cariños.
ResponderEliminarHUMILDEMENTE ME PERMITO COMENTAR QUÉ, COMPARTIR MEMORIAS TAN AMARGAS DE SUFRIMIENTO PERMITE TRANSFORMAR (SE POSIBLE) TODO LA EXPERIENCIA EN FORTALEZA ,ESPERANZA E SANACION... VALORO Y ADMIRO INFINITAMENTE TU CAPACIDAD EMOCIONAL Y ESPIRITUAL Y DESEO CREER QUE TU EXPERIENCIA COMPARTIDA TIENE UN PROPOSITO MAS ALLA DE TU VIDA . CARIÑOS
ResponderEliminarRelato muy interesante y triste pero con ganas de leer más. Besos.
ResponderEliminarHola, Beatriz. Ya voy a ir escribiendo más. A mi ritmo. Te agradezco mucho tu interés y tu valioso comentario. Cariños...
EliminarQue frustrante cuando nadie entiende el dolor por el que está pasando uno. Y que valiente al asistir a esos grupos y hacer tus caminatas. Cuando yo tengo dolor no puedo hacer nada, pero me ayuda mi actitud ante lo que me pasa. Antes quería que me consintieran y ahora me concierto yo. Gracias por compartir tu proceso y que gusto que estabas acompañada😊
ResponderEliminarHola, Anónimo. Soy hiperquinética. Me cuesta mucho el reposo físico, mental y emocional. Pero me di cuenta de que es fundamental. Al menos, en mi caso. Te sugiero que escuches a tu cuerpo, lo respetes y no sientas culpa cuando necesitás descansar. Y, sí, la contención es muy importante. Pero, como decís, primero te tenés que contener vos. Y yo intento ser amable conmigo misma. Gracias por leer y comentar. Abrazo.
EliminarHola, Anónimo. Yo transmito mi experiencia por si a alguien le está sucediendo algo similar, y, con la información que hay ahora disponible, encuentra un atajo hacia su bienestar. Me han dicho que puede ser terapéutico y liberador para mí también. Realmente, no lo sé. Espero que sí. Gracias por leer y comentar. Cariños.
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