¡Hola!
Voy a continuar contando acerca de mi historia de vida.
Recordarán que en el año 1996 tuve una remisión espontánea/milagro, sin ningún tipo de tratamiento. Pueden leer "Mi historia de vida"-13, los que no lo hayan hecho.
La vida a veces nos sorprende con giros inesperados, y en mi caso, el año 1996 se convirtió en un verdadero renacer. Después de cuatro largos años de enfrentar intensos dolores que parecían no tener fin, finalmente esta remisión/milagro transformó mi vida de una manera que nunca hubiera imaginado.
Recuerdo el momento en que comprendí que había entrado en esta nueva etapa. Fue cuando día tras día yo asistía al profesorado y el dolor no estaba... ¡No lo podía creer! Pero, mi cuerpo, mente y espíritu se iban sintiendo en mayor seguridad. Era NORMAL. La energía que había estado ausente durante tanto tiempo regresó a mi vida, y con ella, una profunda sensación de gratitud. Empezar cada día sin la carga del dolor era un regalo, y me permití disfrutar de cada instante. Ser una alumna de un terciario, como tantas personas más, me hacía sentir SANA. Eso es LIBERTAD, para quien padece dolor crónico durante años. Tal vez, quien nunca haya pasado por una situación similar, no pueda comprenderlo del todo. Y, me parece bien: pueden comunicarse por este medio y responderé sus preguntas. Quienes atraviesan o atravesaron por dicha situación saben de qué hablo.
Durante esos meses, mi relación con mi pareja, Huguito, floreció como nunca antes. Poder compartir momentos simples y significativos, desde cenas tranquilas hasta paseos espontáneos, fortaleció nuestro vínculo. Los sábados a la noche pedíamos una pizza a domicilio con cerveza sin alcohol. Cuando Huguito llamaba para el pedido, decía: "Ok. Pago exacto. Gracias". Era un slogan que me parecía divertido. Y, caminábamos muchas cuadras desde Villa Gral. Mitre hasta Parque Centenario, regresando con bolsas llenas de libros usados. La conexión que teníamos se profundizó, y cada risa compartida se convirtió en un símbolo de la esperanza que habíamos cultivado juntos en los momentos difíciles. Era como si, al salir de la tormenta, encontráramos un nuevo horizonte lleno de posibilidades. Durante los años de dolor físico, el estrés que ambos experimentábamos era devastador. Impactaba en todos los órdenes de nuestras vidas. Y, en 1996, la alegría se instaló nuevamente en nuestros corazones y el profesorado era nuestro tema cotidiano y pusimos todas las expectativas en mi superación y una vida plena de SALUD.
Yo cursaba en el turno mañana. Estudiar se convirtió en una pasión revitalizante. Cada clase era una oportunidad para aprender y crecer, y conocer a mis compañeros de estudios amplió mi mundo de una manera increíble. Sentía que estaba forjando mi camino, creando un futuro que había anhelado durante tanto tiempo. Ya no era tan relevante volver a bailar. Seguía y sigo amando la danza. Pero, un nuevo sueño se estaba gestando. Las clases, los cafés con mis compañeros en los recreos, la importancia de la educación como objeto de estudio, los conceptos formales de la lingüística y los estudios literarios... Un mundo que extrañaba. Porque durante los años de dolor físico intenso mi único deseo era no tenerlo. Si bien, el sueño de bailar profesionalmente, no estaba disipado del todo, este nuevo objetivo de cursar un profesorado de Castellano, Literatura y Latín, me abría una puerta más de autorrealización.
La remisión/milagro me enseñó a valorar lo cotidiano. Momentos que antes parecían triviales, como disfrutar de un mate por la mañana o escuchar música, se convirtieron en experiencias ricas y significativas. Aprendí a apreciar la belleza en lo simple, a encontrar alegría en cada pequeño detalle de la vida. Esa perspectiva renovada me hizo sentir como si hubiera recobrado mi lugar en el mundo.
Mirando hacia atrás, ese período de mi vida no solo fue un respiro del dolor, sino una lección invaluable sobre la resiliencia y la fuerza del espíritu humano. Aprendí que, aunque el camino puede ser arduo y lleno de desafíos, siempre existe la posibilidad de renacer. La esperanza y la fe en un futuro mejor se convirtieron en mis compañeras de viaje, y esas experiencias se han entrelazado en la narrativa de mi vida.
Aunque las circunstancias pueden cambiar y el dolor puede regresar, sé que fui capaz de experimentar momentos de pura felicidad y normalidad. Este capítulo en mi vida es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre existe la posibilidad de encontrar la luz. Y por eso, atesoro cada día, cada sonrisa y cada rayo de sol que ilumina mi camino.
Al regresar los síntomas, siempre sostuve y sostengo que pueden remitir o desaparecer milagrosamente, dependiendo de lo que crea cada uno de ustedes. Porque, esto sucedió tras el sueño vívido que compartí en la entrada que mencioné al principio de esta. Yo considero a ese sueño como una revelación privada. Y, SÉ que puedo sanarme por completo. No sé CÓMO. Eso está fuera de mi control. Pero, tengo esta poderosa experiencia personal que confirma lo que digo. Por eso no tengo dudas. Y, a quienes estén pasando por una situación similar a la que yo pasé, les transmito esperanza: PARA MÍ, LA CIENCIA TIENE LIMITACIONES; MI PODER SUPERIOR NO LAS TIENE. Es mi creencia personal, que no tienen por qué compartir ni adherir. No soy religiosa, pero sí muy espiritual, como mencioné otras veces. Yo decido acerca de mi felicidad.
Al compartir esta experiencia, espero que otros también encuentren su camino hacia la esperanza y la renovación. La vida está llena de sorpresas, y a veces, las más hermosas surgen en los momentos que menos lo esperamos.
Silvita estudiando feliz en 1996
Muchas gracias por leerme...
Espero conocer sus opiniones en sus comentarios...
Mail de contacto:gemelospreciososcomosoles@gmail.com
Hermoso el relato , el hecho de ir a un lugar académico de hecho es un limpiador de heridas y tristezas, siempre hay un amanecer para empezar de nuevo......
ResponderEliminarHola, Anónimo. Sí, el estudio académico me ayudó a reintegrarme a la sociedad. No fue fácil. Es muy doloroso a los veintipico de años no saber para dónde va tu vida, no poder planificar nada porque no sabés cómo te vas a sentir cinco minutos más tarde. Fue maravilloso sentirme bien otra vez y tener un nuevo proyecto de vida. Ser una persona productiva me ayudó a validarme. Y, además, obtuve muy buenas notas. En este momento, estoy atravesando otra vez un momento de recaída, que se viene extendiendo desde la pandemia. Y, me aferro a este recuerdo, sensaciones y emociones porque sé y confío en que la sanación es posible. Gracias por leer y compartir. Gracias por estar siempre. Cariños.
ResponderEliminarQUERIDA SILVIA MIL GRACIAS POR PRIVILEGIO DE LEER TU HISTORIA DE VIDA . ME ENCANTA COMO COMPARTES TUS SENTIMIENTOS Y TU CAPACIDAD DE EXPRESAR EMOCIONES DE VIDA PLENA Y DE AMPLIA RESERVA DE ABUNDANCIA ESPIRITUAL. EN MI OPINION EL DOLOR NO TE DEFINE COMO UN SER HUMANO , LO QUE TE DEFINE COMO SER HUMANO ES TU INTELIGENCIA EMOCIONAL Y ESPIRITUAL DE VIVIR CONFIANTE QUE VAS SANAR . ES UNA INSPIRACION ! CARIÑOS
ResponderEliminarHola, Anónimo. Me emociona el concepto que tenés de mi persona. Todo lo hago desde la empatía y el servicio al prójimo. Pero, sé que primero estoy yo. Porque no puedo dar lo que no tengo. Escribo, bailo, genero imágenes, hago todo lo que suma a mi vida. Y, comparto lo que puede ser útil a los demás. Pero, también debo descansar y reponerme. Gracias por leer y compartir. Abrazo hasta donde estés.
ResponderEliminar