Desde el momento en que fui diagnosticada con diferentes diagnósticos, vinculados al dolor crónico, mi vida cambió de manera radical. Mi rutina diaria, mis hobbies, mis relaciones, todo comenzó a girar en torno a la gestión de mis síntomas y a las constantes recomendaciones médicas. De repente, cada actividad que amaba hacer tenía que ser "terapéutica".
Me sugirieron danzaterapia, arteterapia, escritura terapéutica, meditación, relajación, respiración, entre otras muchas cosas. Incluso actividades que siempre habían sido una fuente de placer y satisfacción para mí, como estudiar un idioma o escribir un blog, se convirtieron en partes de un régimen terapéutico. Entendía la intención detrás de estas sugerencias: reducir mi estrés, mejorar mi bienestar general y, en última instancia, manejar mejor mi condición. Sin embargo, esta constante medicalización de mi vida comenzó a pesarme.
Me di cuenta de que cada vez que, por ejemplo, cantaba, no era solo para disfrutar de la música y poder apreciarla, sino también era para "calmar mi mente". Cuando me ponía a escribir, ya no era simplemente para contar historias o expresar mis pensamientos, sino para "procesar mis emociones". Incluso bailar, una actividad que siempre había sido una fuente de inmensa alegría, se convirtió en algo que debía hacer para "reducir mi dolor". Esta última situación que menciono, podría formar parte de algún estudio de investigación, ya que, en mi caso particular, cuando bailo, muchas veces, los síntomas se activan y se exacerban, contradiciendo la teoría de que el movimiento provoca "analgesia natural" en el organismo.
Por otro lado, muchas veces, me sugerían actividades como yoga, tai-chi, o, acquagym, que practiqué en su momento por indicación profesional, pero no me identifico en absoluto. Esto me quitó, una vez más, poder de decisión y libertad.
Empecé a sentirme atrapada en el rol de la "persona enferma". No me malinterpreten, aprecio profundamente el valor terapéutico de estas actividades y los beneficios que me aportan. Pero cuando todo lo que hago tiene que ser "terapéutico", me siento como si estuviera perdiendo partes importantes de mí misma. Me estoy convirtiendo en mi enfermedad.
Quiero llevar una vida lo más normal posible. Quiero poder disfrutar de mis hobbies y pasatiempos simplemente porque me gustan, porque me hacen feliz, no solo porque son buenos para mi salud. Quiero leer un libro de ficción porque la historia me atrapa, no porque esté buscando alguna lección de autoayuda. Quiero integrarme en un grupo de apoyo porque encuentro compañerismo y amistad, no solo porque necesito hablar de mi enfermedad. Quiero dar una vuelta en camioneta con Huguito, porque nos amamos y queremos compartir un paseo juntos, no porque le parezca bien a un psicólogo.
Entonces, ¿cómo encuentro un equilibrio? ¿Cómo puedo hacer estas actividades, que sé que son beneficiosas para mí, sin sentirme atrapada en el rol de enferma?
La clave, creo, está en la intención. Necesito recordar por qué comencé a amar estas actividades en primer lugar y permitirme disfrutarlas por lo que son. Necesito permitirme vivir experiencias simplemente porque son agradables y satisfactorias. Y, más importante aún, necesito recordar que soy más que mi enfermedad. Soy una persona con intereses, pasiones y deseos que van más allá de mi condición médica.
Voy a seguir bailando, estudiando inglés, escribiendo y meditando. Y paseando en camioneta. No porque me lo hayan prescrito, sino porque esas actividades son parte de lo que me hace quien soy. Son fuentes de alegría, creatividad y expresión personal. Y sí, también resultan ser buenas para mi salud, pero eso es una ventaja adicional, no la única razón por la que las hago.
Mi vida es mía, y aunque el dolor crónico y la fatiga sean una parte de ella, no define todo lo que soy. Mis hobbies y pasatiempos no son solo herramientas terapéuticas; son partes vitales de una vida rica y plena. Al permitirme disfrutar de estas actividades por lo que son, me doy permiso para ser yo misma, una persona completa y multifacética, más allá de mi enfermedad.
YO SOY SILVIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario